Expertos en psicología y educación subrayan el papel fundamental que los colegios desempeñan en la construcción de un entorno familiar armonioso. Al respecto, el Asesor de Bienestar Estudiantil del Colegio de la Inmaculada – Jesuitas, Javier Rojas, señala que “El colegio no solo es un espacio de aprendizaje académico, sino también un lugar donde se fomenta la educación emocional y la comunicación efectiva entre padres e hijos”. La relación entre la institución educativa y la familia es esencial para reforzar los valores y las habilidades sociales que se practican en casa.
El especialista subraya que la educación emocional, muchas veces subestimada, juega un rol clave en la formación de individuos capaces de gestionar sus emociones y establecer relaciones saludables tanto en el colegio como en casa. “Cuando las escuelas enseñan a los estudiantes a comunicarse de manera efectiva y a resolver conflictos, esos aprendizajes se trasladan al hogar, mejorando la dinámica familiar”, añade.
Por otra parte, Verónica Palacios, psicóloga del Nivel Inicial del colegio, señala que “Una comunicación fluida entre los maestros y los padres es esencial para construir una red de apoyo en torno al estudiante, lo que a su vez promueve la confianza y el respeto dentro del núcleo familiar”.
La especialista brinda cuatro recomendaciones para fortalecer la convivencia familiar y afianzar estas bases en la escuela:
Participación activa: Involucrar a los padres en actividades escolares, como talleres y jornadas de puertas abiertas y actividades extracurriculares, puede fortalecer el vínculo familiar. Cuando los padres participan activamente en la vida escolar de sus hijos, se genera un sentimiento de pertenencia y apoyo mutuo que refuerza la convivencia entre los miembros de la familia. Asimismo, permite conocer a su hijo en un contexto distinto, reconocer sus fortalezas y acompañar sus desafíos.
Comunicación abierta. Los colegios deben fomentar una comunicación constante, oportuna, honesta y abierta con los padres. No se trata solo de reuniones ocasionales, sino de crear canales permanentes de diálogo donde los padres puedan expresar sus inquietudes, recibir actualizaciones sobre el desarrollo de sus hijos y compartir estrategias para apoyar el aprendizaje. Una buena comunicación entre padres y maestros contribuye a un ambiente de confianza en casa.
Educación en valores: Las instituciones educativas tienen la responsabilidad de impartir una educación en valores que, alineada con la formación que brindan los padres como principales responsables de esta, se refleje en el hogar. Programas sobre resolución de conflictos, empatía y trabajo en equipo pueden ser fundamentales para los estudiantes. Aquellos que aprenden a manejar sus emociones y resolver conflictos de manera pacífica en la escuela, llevan esos aprendizajes a sus hogares, contribuyendo a un ambiente familiar más armónico.
Promoción de responsabilidad y autonomía: Esto implica que los colegios deben incentivar a los alumnos a asumir responsabilidades adecuadas a su edad, como la organización de su tiempo de estudio o la participación en tareas del hogar. Esta autonomía contribuye a reducir la carga de los padres y fomenta un ambiente de cooperación en la familia. Cuando los menores aprenden a ser responsables y autónomos, no solo mejoran su rendimiento escolar, sino que también aportan de manera positiva a la dinámica familiar.
En un país donde las familias enfrentan diversos desafíos sociales y económicos, el colegio se convierte en un aliado estratégico para promover un entorno familiar sano y unido. “La educación no termina en las aulas; se extiende al hogar, y allí es donde la verdadera convivencia familiar se fortalece”, concluye Palacios.
El colegio es mucho más que un centro de enseñanza, es un lugar donde se afianzan las bases de la convivencia, y donde cada padre, madre y maestro tiene un rol crucial en la formación de una sociedad más fuerte y unida.
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